Ya no sé si estoy más molesto por el frío, o por el sueño, o por ella en mi cabeza. Adentro mío, un caos confuso: no creo poder diferenciar bien las cosas pero tampoco importa, porque puedo sentirlas, porque sé que están y con eso basta; afuera mío, creo seguir caminando, pero podría estar quieto o durmiendo o enfermo o muerto, y sería lo mismo.
Quiero preguntarme qué me pasa y si va a dejar de pasarme, y cuándo, y cómo… pero prefiero no preguntarme lo que no me voy a saber responder. Prefiero seguir y esperar que la respuesta llegue… o que llegue ella, o que llegue el sueño, o que llegue el frío.
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