lunes, 24 de diciembre de 2007

sábado, 15 de diciembre de 2007

Borges y yo

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndolo todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.

No sé cuál de los dos escribe esta página.



Jorge Luis Borges, en El hacedor (1960).

viernes, 7 de diciembre de 2007

Alguna vez voy a ser libre

No soy un pez, ni un arlequín, ni un extranjero
No tengo edad para morir, amo este cielo
No voy a esperar, alguna vez voy a ser libre.
Libre mi amor, como el amor, como quisiste
Voy silbando bajo y siento tu voz, así
Una sirena de ambulancia
Voy quedando solo cada vez más, ¿y qué?
Mi corazón ya no me basta
Veo el reloj, veo las seis y voy hasta el baño
Ya amaneció y cerca de aquí comen el barro
Tengo que hacer, tengo que dar lo que más pueda dar
Ya anocheció y cerca de aquí tengo las pruebas.
Panorama para mí, para vos, por él
Por los que fueron y vinieron
Panorama enfermo en contradicción
Y yo, yo ya estoy listo como un perro
Tengo un pasaporte en el bolsillo para irme de acá
Tengo una canción en la cabeza y no puedo parar
Tengo que salir, debe haber forma de resucitar.
Creo que estoy cerca mientras vos te alejes más y más

Porque yo no tengo mapa en este mundo
Porque yo doy vueltas sobre el mismo punto.
Porque yo no tengo mapa en este mundo
No tengo mapa en este mundo, no.

Fito Paez