martes, 28 de mayo de 2019

miércoles, 22 de mayo de 2019

Leíste algo de todo lo que te llevaste


Le sacaron a los pibes/ dicen que no es buena madre/ le sacaron a los pibes/ por las cosas que escucharon que hacía…

No sé si habría recomendado Berlín de no ser por la conversación que tuvimos. A esta altura lo quiero, pero por bastante tiempo me legó un sabor híbrido, raro, abierto, inconcluso. Gris, tenso. Opresivo. Horrible, bah. La fórmula indica que, sobre todo al principio, los discos recomendados deben ser efectivos. En algún punto, no dejar dudas (las fórmulas son simpáticas, no están mal cuando no son tomadas muy en serio). Hoy, Berlín –sobre todo algunos temas particulares: 2, 5, 6, 8…– me reporta placer y más. Ojalá algún día te pase/estés en Alemania y te pase.
A lo que voy es que de Lou para mí es New York y (obviedad) el homónimo de la Velvet. De Neil tal vez On the beach, aunque todo. Todavía no hablamos de que es dueño de un cariño con coronita en mi mapa. Una vez lo escuché a Yorke describirlo -estrellado de admiración- como una fuerza de la naturaleza. Hace un cover de “Well, I dreamed I saw the nights in armour…” muy frágil, como es de esperarse. Igual, no hay quién no diga algo semejante, y ¿si lo dicen qué?, diría Casas. Yo, en definitiva, digo que tengo unos 6 o 7 discos suyos en casa, uno acústico doble, todo presto a girar. Quedás invitada en este solemne acto.

Y yo soy el chico-Agua/ el juego verdadero/ no va por ahí/ igual/ tengo un manantial en el cuore/ algo brota…

Terminé Linaje, no me gustó. Creo que lo terminé por corto. Una vez más estamos de acuerdo, hay que salir de la narrativa contemporánea argentina por, por lo menos, dos libros. Igual empecé Las teorías salvajes. Apuesto a que me dure poco, en dos páginas le medí el aura y no creo que lleguemos a hacernos muy amigos. Qué va. Aguante T. S. Eliot.
En Linaje los personajes se drogan, duermen en fiestas, no duermen en sus casas, se venden por dinero, se destruyen porque sí. Hace rato que dejé de verle a ese circo el atractivo. Habría que hablarlo personalmente. Curiosamente, no dista demasiado de la decadencia que habita Berlín: girones de gente, paranoica y claustrofóbica en simultáneo. Sí dista un abismo la calidad artística. Yo, qué decirte: los cagaría a patadas en el culo, les dan la vida y se la pasan moqueando en rincones mugrosos. Salgan al sol, revienten…

Miro fotos viejas/ pienso que podría ser la Reina de Escocia/ la miro y creo ver en ella algo REAL/ cuánto podemos equivocarnos a veces…

A todos los hombres y mujeres, al final, les pasa lo mismo. Se modifican dos o tres variables insignificantes. Lo peor es que nos tomamos en serio, nos frustramos como si todo fuera en serio. Benditas horas previas a la salida del Yo, ya te escuché decirlo: ¿hay otra gloria que la de ser uno más?


En correspondencia con Anita, Febrero '19.

martes, 30 de abril de 2019

Tractatus 2

En el jardín había unas magnolias curiosísimas, oye
unas rosas re-raras, oh,
y había un tremendo olor a incesto, a violetas macho,
y un semen volando de picaflor en picaflor.
Entonces entraron las niñas en el jardín,
llenas de lluvia, de cucarachas blancas,
y la mayonesa se cortó en la cocina
y sus muñecas empezaron a menstruar.
Te pillamos in fraganti limpiándote el polen
de la enagua, el néctar de los senos, ¿ves tú?
Alguien viene en puntas de pie, un rumor de pájaros
pisoteados, un esqueleto naciendo entre organzas,
alguien se acercaba en medio de burlas y fresas
y sus cabellos ondearon en el charco
llenos de canas verdes.
Dime, muerta de risa, adónde llevas
ese panal de abejas libidinosas.
Y los claveles comenzaron a madurar brillosos
y las gardenias a eyacular coquetamente, muérete,
con sus durezas y blanduras y patas
y sangre amarilla, ¡aj!
No se pare, no se siente, no hable
con la boca llena
de sangre:
que la sangre sueña con dalias
y las dalias empiezan a sangrar
y las palomas abortan cuervos
y claveles encinta
y unas magnolias curiosísimas, oye,
unas rosas re-raras, oh.

Óscar Hahn, Tratado de sortilegio (1992).



domingo, 21 de abril de 2019

miércoles, 5 de diciembre de 2018


Cuentan que, en una conferencia, Borges refiere una pesadilla recurrente suya en la que se le acerca un hombre amenazante escondiendo una mano dentro del abrigo. El soñador intuye en ella un revólver; la angustia y el miedo se disipan cuando el hombre finalmente revela, retirando la mano de su escondite, que en esta no tiene, de hecho, nada.

En este sueño es evidente que el inconsciente, que es fundamentalmente creativo, pone en marcha una operación estética: maneja los elementos, compone una narración, mueve piezas al servicio de la generación de un efecto. Es decir, incluso cuando se baja la guardia de la consciencia de la vigilia, algo toma el mando y narra. Cuenta historias de las que somos o podemos ser personajes.

Tal vez haya una intuición metafísica en este mecanismo: si hay historias que se cuentan, y esto es algo que prescinde de la voluntad personal del individuo, la generación espontánea debe simplemente suceder en otro registro.

Viene a mi memoria el siguiente pasaje de un libro de Gregory Bateson, Espíritu y naturaleza (1979):

Hay una historia a la que ya recurrí en otra oportunidad y volveré a hacerlo ahora. Un hombre quería saber algo acerca del espíritu, averiguándolo no en la naturaleza, sino en su gran computadora privada. Preguntó a esta (…): "¿Calculas que alguna vez pensarás como un ser humano?". La máquina se puso entonces a trabajar para analizar sus propios hábitos de computación. Por último, imprimió su respuesta en un trozo de papel, como suelen hacer las máquinas. El hombre corrió hacia la respuesta y halló, nítidamente impresas, estas palabras:
ESTO ME RECUERDA UNA HISTORIA…
Bateson va más allá:

“Lo que quiero mostrar es que, sea cual fuere el significado de la palabra ‘historia’ en la historia que te estoy narrando, el pensar en términos de historias no aísla a los seres humanos como algo distinto de la estrella de mar, las anémonas, los cocoteros y los narcisos. Por el contrario, si es que el mundo está conectado, si es que yo estoy fundamentalmente en lo cierto en lo que afirmo, pensar en términos de historias es algo compartido por todos los espíritus o por todo el espíritu, el nuestro como el de los bosques de secuoyas y el de las anémonas.

(…) Y yendo más allá, también el proceso evolutivo de millones de generaciones a través del cual la anémona (como tú y yo) llegó a ser, también ese proceso debe estar hecho de la sustancia de las historias. Debe haber relevancia en cada eslabón de la filogenia, y entre un eslabón y el siguiente.

Próspero dijo que ‘estamos hechos de la misma sustancia que los sueños’, y sin duda está casi en lo cierto. Pero a veces creo que los sueños no son sino fragmentos de esa sustancia. Es como si la sustancia de que estamos hechos fuera totalmente trasparente y por ende imperceptible, y como si las únicas apariencias de que podemos percatarnos fueran las quebraduras y los planos de fractura de esa matriz trasparente. Los sueños y los perceptos y las historias son, tal vez, quebraduras e irregularidades de una matriz uniforme y atemporal.

***

Vuelvo a Borges, que en la parte final de “Para una versión de I Ching”, dice:

Pero en algún recodo de tu encierro, puede haber una luz, una hendidura. El camino es fatal como la flecha. Pero en las grietas está Dios, que acecha.

***

Y me asalta la pregunta en el medio de la noche, ¿se abrió la grieta?
Me amenaza como el supuesto revólver del supuesto hombre soñado:
¿… y si hasta el acecho de Dios es narrado por la usina insomne?

lunes, 28 de mayo de 2018