martes, 26 de febrero de 2008

La pelea

… when you buy furniture, you tell yourself: that's it, that's the last sofa I'm gonna need. No matter what else happens, I've got that sofa problem handled. I had it all. I had a stereo that was very decent, a wardrobe that was getting very respectable. I was so close to being complete.

Shit, man. Now it's all gone.

All gone.

Do you know what a duvet it?

A comforter.

It's a blanket, just a blanket. Now why guys like you and I know what a duvet is? Is this essential to our survival? In the hunter-gathered sense of the word? No. What are we then?

I dunno. Consumers.

Right. We're consumers. We're by-products of a lifestyle obsession. Murder, crime, poverty - these things don't concern me. What concerns me is celebrity magazines, television with five hundred channels, some guy's name on my underwear. Rogaine. Viagra. Olestra.

Martha Stewart.

Fuck Martha Stewart. Martha's polishes on the brass of the Titanic. It's all going down, man! So fuck off, with your sofa units and your green stripe patterns. I say never be complete. I say stop being perfect. I say let's evolve. Let the chips fall where they may. But that's me, and I could be wrong. Maybe it's a terrible tragedy.

Advertising has us chasing cars and clothes, working jobs we hate so we can buy shit we don’t need. We are the middle children of history, man. No purpose or place. We have no great war, no great depression. Our great war is a spiritual war. Our great depression is our lives. We’ve all been raised by television to believe that we’d be millionaires and movie gods and rock stars - but we won’t. And we’re slowly learning that fact.

And we’re very, very pissed-off.

...

No fear. No distractions. The ability to let that which does not matter truly slide. You are not your job. You're not how much money you have in the bank. You're not the car you drive. You're not the contents of your wallet. You're not your fucking khakis.

You are the all-singing, all-dancing crap of the world.

- Fight Club (1999)

jueves, 17 de enero de 2008

La doctrina de los cíclos

"El número de todos los átomos que componen el mundo es, aunque desmesurado, finito, y sólo capaz como tal de un número finito (aunque desmesurado también) de permutaciones. En un tiempo infinito, el número de las permutaciones posibles debe ser alcanzado, y el universo tiene que repetirse. De nuevo nacerás de un vientre, de nuevo crecerá tu esqueleto, de nuevo arribará esta misma página a tus manos iguales, de nuevo cursarás todas las horas hasta la de tu muerte increíble."



Teoría de F. Nietzsche, escrito por Jorge Luis Borges, en Historia de la eternidad.

miércoles, 9 de enero de 2008

En mí

A fuerza de tiempo y de lágrimas supe edificar este laberinto, la fortaleza en cuyo jardín central ahora escondo mi alma. Implacables son sus muros para tu recuerdo: ya no imagino encontrarte casualmente a la vuelta de cada esquina, ni las canciones me condenan a tu sonrisa. Cayéndome sangré tu destierro, pero hoy, en acurrucada libertad, sospecho que tus alas fueron siempre demasiado lumínicas para anidar en mi viejo y cansado corazón. Sobre mi pecho descansa el terrible peso de las infinitas noches en que te soñé mía.

… Pero vana es mi voluntad, si ante la más efímera promesa de tu voz vuelvo a soñarte, y estás tan real y tan hermosa como siempre; tan real y tan hermosa como nunca…

lunes, 7 de enero de 2008

Matador de brújulas

¿Qué siginifica ser Matador de Brújulas?

Estamos rodeados de símbolos, ideas, instituciones y tabúes, que simplemente nos limitan dejando un espacio bastante reducido de nuestra libertad, de nuestra esencia misma. Estas brújulas que pretenden dirigir nuestro camino no son otra cosa más que el reflejo de nuestros miedos, que como sociedad nos inventamos para no perder el camino, para estar seguros de que existen respuestas, de que hay verdades y que puede haber un paraíso prometido para los que pasen la prueba de un juicio final.
En este sentido, varios han trazado ya una no-ruta, que ellos mismos construyeron, o "deconstruyeron" si se quiere. Copérnico nos demostró que no somos el centro del universo y destruyó una brújula que se creía inmortal. Darwin, y el descubrir que no somos la raza divina que se pensaba. Otra menos. Nietzsche (un matador de todo, hasta de sus propias obras) y el pensar en destruir a los ídolos para construir un überman (superhombre) más allá del bien y del mal, o de sí mismo. Freud y el sabernos presas de nuestros pulsos o sentidos, y que ni siquiera dominamos lo que pasa en nuestra mente. Khun, Popper, Derrida... y el encontrarnos con que ni siquiera la ciencia es verdadera, la verdad es un mito, y conformarnos con la no-falsedad. La lista puede continuar, sin embargo, la propia enseñanza de éstos puede quedar limitada a que se tenga por brújula sus deconstrucciones, y no se llegue a nada sino hasta que no llegue alguien que se atreve, alguien que pretende ser libre.
Pero no se trata de progreso, ni de la búsqueda de la verdad o de la ciencia y la sociedad perfecta. Un matador de brújulas, simplemente busca ser feliz, más allá de todo pragmatismo inmediato, de toda ley del valor. Más allá de limitaciones que hombres del pasado nos hereden; más allá de opresiones del presente. Negar las mentiras colectivas. Jugar Rayuela a la entrada del recinto sagrado. Tener la mirada fija en la estrella y no tanto en una meta que se sabe espejismo y que por ello no debe tocarse, porque es fruto de un encantamiento.
Es ante todo una posición filosófica, cuya quintaescencia no es el éxito o el resultado útil y provechoso de las acciones emprendidas. Es una definición de antipragmatismo, y en oposición con el pragamtismo anglosajón, (tal vez) reconociendo la herencia del pueblo romaní (gitano) que viaja por el mundo, en su mundo, pero sin llegar a ninguna parte. Viajeros sin brújulas privilegiadamente errantes, pero que se guían al amparo de la noche, de las estrellas.
Ser un Matador de Brújulas, es ponerse el Grandioso Yelmo de Mambrino, y como Don Quijote, salir en búsqueda del ideal imposible (el amor de Dulcinea), viajar en un incierto camino trazado por los pasos de Rocinante; poner el mayor esfuerzo en ese camino que es vida aún en la derrota .

Es salir de noche, sin propósito fijo...

lunes, 24 de diciembre de 2007

sábado, 15 de diciembre de 2007

Borges y yo

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndolo todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.

No sé cuál de los dos escribe esta página.



Jorge Luis Borges, en El hacedor (1960).

viernes, 7 de diciembre de 2007

Alguna vez voy a ser libre

No soy un pez, ni un arlequín, ni un extranjero
No tengo edad para morir, amo este cielo
No voy a esperar, alguna vez voy a ser libre.
Libre mi amor, como el amor, como quisiste
Voy silbando bajo y siento tu voz, así
Una sirena de ambulancia
Voy quedando solo cada vez más, ¿y qué?
Mi corazón ya no me basta
Veo el reloj, veo las seis y voy hasta el baño
Ya amaneció y cerca de aquí comen el barro
Tengo que hacer, tengo que dar lo que más pueda dar
Ya anocheció y cerca de aquí tengo las pruebas.
Panorama para mí, para vos, por él
Por los que fueron y vinieron
Panorama enfermo en contradicción
Y yo, yo ya estoy listo como un perro
Tengo un pasaporte en el bolsillo para irme de acá
Tengo una canción en la cabeza y no puedo parar
Tengo que salir, debe haber forma de resucitar.
Creo que estoy cerca mientras vos te alejes más y más

Porque yo no tengo mapa en este mundo
Porque yo doy vueltas sobre el mismo punto.
Porque yo no tengo mapa en este mundo
No tengo mapa en este mundo, no.

Fito Paez